• Saltar a la navegación principal
  • Saltar al contenido principal
Sercatolico

Sercatolico

MENUMENU
  • Actualidad
  • Devocionario
    • Sagrada Eucaristía
    • Devoción a la Santísima Trinidad
    • Devoción a Dios Padre
    • Devoción a Nuestro Señor Jesucristo
    • Devoción al Espíritu Santo
    • Devoción a la Virgen María
    • Devoción a San José
    • Devociones varias
    • Devociones para estos tiempos de tribulación
  • Nuestra Fe
    • Biblia
      • Vaticana
    • Vida de Jesús
    • Catecismo católico 1997
    • Código de derecho canónico
    • Lecturas varias
Portada » Capitulo 8

Capitulo 8

1 de febrero de 2014 by tobiaswolf

Capítulo 8

 

1 En esos días, volvió a reunirse una gran multitud, y como no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:

 

2 «Me da pena esta multitud, porque hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer.

 

3 Si los mando en ayunas a sus casas, van a desfallecer en el camino, y algunos han venido de lejos».

 

4 Los discípulos le preguntaron: «¿Cómo se podría conseguir pan en este lugar desierto para darles de comer?».

 

5 el les dijo: «¿Cuántos panes tienen ustedes?». Ellos respondieron: «Siete».

 

6 Entonces él ordenó a la multitud que se sentara en el suelo, después tomó los siete panes, dio gracias, los partió y los fue entregando a sus discípulos para que los distribuyeran. Ellos los repartieron entre la multitud.

 

7 Tenían, además, unos cuantos pescados pequeños, y después de pronunciar la bendición sobre ellos, mandó que también los repartieran.

 

8 Comieron hasta saciarse y todavía se recogieron siete canastas con lo que había sobrado.

 

9 Eran unas cuatro mil personas. Luego Jesús los despidió.

 

10 En seguida subió a la barca con sus discípulos y fue a la región de Dalmanuta.

 

11 Entonces llegaron los fariseos, que comenzaron a discutir con él; y, para ponerlo a prueba, le pedían un signo del cielo.

 

12 Jesús, suspirando profundamente, dijo: «¿Por qué esta generación pide un signo? Les aseguro que no se le dará ningún signo».

 

13 Y dejándolos, volvió a embarcarse hacia la otra orilla.

 

14 Los discípulos se habían olvidado de llevar pan y no tenían más que un pan en la barca.

 

15 Jesús les hacía esta recomendación: «Estén atentos, cuídense de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes».

 

16 Ellos discutían entre sí, porque no habían traído pan.

 

17 Jesús se dio cuenta y les dijo: «¿A qué viene esa discusión porque no tienen pan? ¿Todavía no comprenden ni entienden? Ustedes tienen la mente enceguecida.

 

18 Tienen ojos y no ven, oídos y no oyen. ¿No recuerdan

 

19 cuántas canastas llenas de sobras recogieron, cuando repartí cinco panes entre cinco mil personas?». Ellos le respondieron: «Doce».

 

20 «Y cuando repartí siete panes entre cuatro mil personas, ¿cuántas canastas llenas de trozos recogieron?». Ellos le respondieron: «Siete».

 

21 Entonces Jesús les dijo: «¿Todavía no comprenden?».

 

22 Cuando llegaron a Betsaida, le trajeron a un ciego y le rogaban que lo tocara.

 

23 El tomó al ciego de la mano y lo condujo a las afueras del pueblo. Después de ponerla saliva en los ojos e imponerle las manos, Jesús le preguntó: «¿Ves algo?».

 

24 El ciego, que comenzaba a ver, le respondió: «Veo hombres, como si fueran árboles que caminan».

 

25 Jesús le puso nuevamente las manos sobre los ojos, y el hombre recuperó la vista. Así quedó curado y veía todo con claridad.

 

26 Jesús lo mandó a su casa, diciéndole: «Ni siquiera entres en el pueblo».

 

27 Jesús salió con sus discípulos hacia los poblados de Cesarea de Filipo, y en el camino les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?.

 

28 Ellos le respondieron: «Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas».

 

29 «Y ustedes, ¿Tú eres el Mesías».

 

30 Jesús les ordenó terminantemente que no dijeran nada acerca de él.

 

31 Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días;

 

32 y les hablaba de esto con toda claridad. Pedro, llevándolo aparte, comenzó a reprenderlo.

 

33 Pero Jesús, dándose vuelta y mirando a sus discípulos, lo reprendió, diciendo: «¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres».

 

34 Entonces Jesús, llamando a la multitud, junto con sus discípulos, les dijo: «El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga.

 

35 Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí y por la Buena Noticia, la salvará.

 

36 ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si pierde su vida?

 

37 ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida?

 

38 Porque si alguien se avergüenza de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con sus santos ángeles».

Publicado en: El Evangelio según San Marcos

© Copyright - Ser Catolico a - Información Legal - Política de Privacidad - Mapa Web

Usamos cookies para asegurar que te damos la mejor experiencia en nuestra web. Si continúas usando este sitio, asumiremos que estás de acuerdo con ello.Aceptar