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Portada » Salmo 55

Salmo 55

29 de octubre de 2013 by tobiaswolf

SALMO 55

 

1 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. Poema de David.

 

2 Dios mío, escucha mi oración,

 

no seas insensible a mi súplica;

 

3 atiéndeme y respóndeme.

 

La congoja me llena de inquietud;

 

4 estoy turbado por los gritos el enemigo,

 

por la opresión de los malvados:

 

porque acumulan infamias contra mí

 

y me hostigan con furor.

 

5 Mi corazón se estremece dentro de mi pecho,

 

me asaltan los horrores de la muerte,

 

6 me invaden el temor y el temblor,

 

y el pánico se apodera de mí.

 

7 ¡Quién me diera alas de paloma

 

para volar y descansar!

 

8 Entonces huiría muy lejos,

 

habitaría en el desierto.

 

9 Me apuraría a encontrar un refugio

 

contra el viento arrasador y la borrasca.

 

10 Confunde sus lenguas, Señor, divídelas,

 

porque no veo más que violencia

 

y discordia en la ciudad,

 

11 rondando día y noche por sus muros.

 

Dentro de ella hay maldad y opresión,

 

12 en su interior hay ruindad;

 

la crueldad y el engaño

 

no se apartan de sus plazas.

 

13 Si fuera mi enemigo el que me agravia,

 

podría soportarlo;

 

si mi adversario se alzara contra mí,

 

me ocultaría de él.

 

14 ¡Pero eres tú, un hombre de mi condición,

 

mi amigo y confidente,

 

15 con quien vivía en dulce intimidad:

 

juntos íbamos entre la multitud

 

a la Casa de Dios!

 

16 Que la muerte los sorprenda,

 

que bajen vivos al Abismo,

 

porque dentro de sus moradas sólo existe la maldad.

 

17 Yo, en cambio, invoco a mi Dios,

 

y el Señor me salvará.

 

18 De tarde, de mañana, al mediodía,

 

gimo y me lamento,

 

pero él escuchará mi clamor.

 

19 El puso a salvo mi vida;

 

se acercó cuando eran muy numerosos

 

los que estaban contra mí.

 

20 Dios, que reina desde siempre,

 

los oyó y los humilló.

 

Porque ellos no se corrigen

 

ni temen a Dios;

 

21 alzan las manos contra sus aliados

 

y violan los pactos.

 

22 Su boca es más blanda que la manteca,

 

pero su corazón desea la guerra;

 

sus palabras son más suaves que el aceite,

 

pero hieren como espadas.

 

23 Confía tu suerte al Señor,

 

y él te sostendrá:

 

nunca permitirá que el justo perezca.

 

24 Y tú, Dios mío, los precipitarás

 

en la fosa más profunda.

 

Los hombres sanguinarios y traidores

 

no llegarán ni a la mitad de sus días.

 

Yo, en cambio, confío en ti, Señor.

Publicado en: Salmos

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