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Portada » Salmo 40

Salmo 40

29 de octubre de 2013 by tobiaswolf

SALMO 40

 

1 Del maestro de coro. De David. Salmo.

 

2 Esperé confiadamente en el Señor:

 

él se inclinó hacia mí

 

y escuchó mi clamor.

 

3 Me sacó de la fosa infernal,

 

del barro cenagoso;

 

afianzó mis pies sobre la roca

 

y afirmó mis pasos.

 

4 Puso en mi boca un canto nuevo,

 

un himno a nuestro Dios.

 

Muchos, al ver esto, temerán

 

y confiarán en el Señor.

 

5 ¡Feliz el que pone en el Señor

 

toda su confianza,

 

y no se vuelve hacia los rebeldes

 

que se extravían tras la mentira!

 

6 ¡Cuántas maravillas has realizado,

 

Señor, Dios mío!

 

Por tus designios en favor nuestro,

 

nadie se te puede comparar.

 

Quisiera anunciarlos y proclamarlos,

 

pero son innumerables.

 

7 Tú no quisiste víctima ni oblación;

 

pero me diste un oído atento;

 

no pediste holocaustos ni sacrificios,

 

8 entonces dije: «Aquí estoy.

 

9 En el libro de la Ley está escrito

 

lo que tengo que hacer:

 

yo amo. Dios mío, tu voluntad,

 

y tu ley está en mi corazón».

 

10 Proclamé gozosamente tu justicia

 

en la gran asamblea;

 

no, no mantuve cerrados mis labios,

 

tú lo sabes, Señor.

 

11 No escondí tu justicia dentro de mí,

 

proclamé tu fidelidad y tu salvación,

 

y no oculté a la gran asamblea

 

tu amor y tu fidelidad.

 

12 Y tú, Señor, no te niegues

 

a tener compasión de mí;

 

que tu amor y tu fidelidad

 

me protejan sin cesar.

 

13 Porque estoy rodeado de tantos males,

 

que es imposible contarlos.

 

Las culpas me tienen atrapado

 

y ya no alcanzo a ver:

 

son más que los cabellos de mi cabeza,

 

y me faltan las fuerzas.

 

14 Líbrame, Señor, por favor;

 

Señor, ven pronto a socorrerme.

 

15 Que se avergüencen y sean humillados

 

los que quieren acabar con mi vida.

 

Que retrocedan confundidos

 

los que desean mi ruina;

 

16 queden pasmados de vergüenza

 

los que se ríen de mí.

 

17 Que se alegren y se regocijen en ti

 

todos los que te buscan

 

y digan siempre los que desean tu victoria;

 

«¡Qué grande es el Señor!»

 

18 Yo soy pobre y miserable,

 

pero el Señor piensa en mí;

 

tú eres mi ayuda y mi libertador,

 

¡no tardes, Dios mío!

Publicado en: Salmos

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