• Saltar a la navegación principal
  • Saltar al contenido principal
Sercatolico

Sercatolico

MENUMENU
  • Actualidad
  • Devocionario
    • Sagrada Eucaristía
    • Devoción a la Santísima Trinidad
    • Devoción a Dios Padre
    • Devoción a Nuestro Señor Jesucristo
    • Devoción al Espíritu Santo
    • Devoción a la Virgen María
    • Devoción a San José
    • Devociones varias
    • Devociones para estos tiempos de tribulación
  • Nuestra Fe
    • Biblia
      • Vaticana
    • Vida de Jesús
    • Catecismo católico 1997
    • Código de derecho canónico
    • Lecturas varias
Portada » Salmo 39

Salmo 39

29 de octubre de 2013 by tobiaswolf

SALMO 39

 

1 Del maestro de coro. De Iedutún. Salmo de David.

 

2 Yo pensé: «Voy a vigilar mi proceder

 

para no excederme con la lengua;

 

le pondré una mordaza a mi boca,

 

mientras tenga delante al malvado».

 

3 Entonces me encerré en el silencio,

 

callé, pero no me fue bien:

 

el dolor se me hacía insoportable;

 

4 el corazón me ardía en el pecho,

 

y a fuerza de pensar, el fuego se inflamaba,

 

¡hasta que al fin tuve que hablar!

 

5 Señor, dame a conocer mi fin

 

y cuál es la medida de mis días

 

para que comprenda lo frágil que soy:

 

6 no me diste más que un palmo de vida,

 

y mi existencia es como nada ante ti.

 

Ahí está el hombre: es tan sólo un soplo,

 

7 pasa lo mismo que una sombra;

 

s e inquieta por cosas fugaces

 

y atesora sin saber para quién.

 

8 Y ahora, Señor, ¿qué esperanza me queda?

 

Mi esperanza está puesta sólo en ti:

 

9 líbrame de todas mis maldades,

 

y no me expongas a la burla de los necios.

 

10 Yo me callo, no me atrevo a abrir la boca,

 

porque eres tú quien hizo todo esto.

 

11 Aparta de mí tus golpes:

 

¡me consumo bajo el peso de tu mano!

 

12 Tú corriges a los hombres,

 

castigando sus culpas;

 

carcomes como la polilla sus tesoros:

 

un soplo, nada más, es todo hombre.

 

13 Escucha, Señor, mi oración;

 

presta oído a mi clamor;

 

no seas insensible a mi llanto,

 

porque soy un huésped en tu casa,

 

un peregrino, lo mismo que mis padres.

 

14 No me mires con enojo,

 

para que pueda alegrarme,

 

antes que me vaya y ya no exista más.

Publicado en: Salmos

© Copyright - Ser Catolico a - Información Legal - Política de Privacidad - Mapa Web