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Portada » Salmo 102

Salmo 102

29 de octubre de 2013 by tobiaswolf

SALMO 102

 

1 Oración del afligido que, en su angustia, derrama su llanto ante el Señor.

 

2 Señor, escucha mi oración

 

y llegue a ti mi clamor;

 

3 no me ocultes tu rostro

 

en el momento del peligro;

 

inclina hacia mí tu oído,

 

respóndeme pronto, cuando te invoco.

 

4 Porque mis días se disipan como el humo,

 

y mis huesos arden como brasas;

 

5 mi corazón se seca, marchitado como la hierba,

 

¡y hasta me olvido de comer mi pan!

 

6 Los huesos se me pegan a la piel,

 

por la violencia de mis gemidos.

 

7 Me parezco a una lechuza del desierto,

 

soy como el búho entre las ruinas;

 

8 estoy desvelado, y me lamento

 

como un pájaro solitario en el tejado;

 

9 mis enemigos me insultan sin cesar,

 

y enfurecidos, me cubren de imprecaciones.

 

10 Yo como ceniza en vez de pan

 

y mezclo mi bebida con lágrimas,

 

11 a causa de tu indignación y tu furor,

 

porque me alzaste en alto y me arrojaste.

 

12 Mis días son como sombras que se agrandan,

 

y me voy secando como la hierba.

 

13 Pero tú, Señor, reinas para siempre,

 

y tu Nombre permanece eternamente.

 

14 Tú te levantarás, te compadecerás de Sión,

 

porque ya es hora de tenerle piedad,

 

ya ha llegado el momento señalado:

 

15 tus servidores sienten amor por esas piedras

 

y se compadecen de esas ruinas.

 

16 Las naciones temerán tu Nombre, Señor,

 

y los reyes de la tierra se rendirán ante tu gloria:

 

17 cuando el Señor reedifique a Sión

 

y aparezca glorioso en medio de ella;

 

18 cuando acepte la oración del desvalido

 

y no desprecie su plegaria.

 

19 Quede esto escrito para el tiempo futuro

 

y un pueblo renovado alabe al Señor:

 

20 porque él se inclinó desde su alto Santuario

 

y miró a la tierra desde el cielo,

 

21 para escuchar el lamento de los cautivos

 

y librar a los condenados a muerte.

 

29 Los hijos de tus servidores tendrán una morada

 

y su descendencia estará segura ante ti.

 

22 para proclamar en Sión el nombre del Señor

 

y su alabanza en Jerusalén,

 

23 cuando se reúnan los pueblos y los reinos,

 

y sirvan todos juntos al Señor.

 

24 Mis fuerzas se debilitaron por el camino

 

y se abreviaron mis días;

 

25 pero yo digo: «Dios mío,

 

no me lleves en la mitad de mi vida,

 

tú que permaneces para siempre».

 

26 En tiempos remotos, fundaste la tierra,

 

y el cielo es obra de tus manos;

 

27 ellos se acaban, y tú permaneces:

 

se desgastan lo mismo que la ropa,

 

los cambias como a un vestido, y ellos pasan.

 

28 Tú, en cambio, eres siempre el mismo,

 

y tus años no tienen fin.

Publicado en: Salmos

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