Mensaje del 18 de octubre de 1996 en Nagasaki (Japón)
En esta ciudad.
«Hoy terminas aquí el viaje que has realizado por todo Japón, donde has podido contemplar las maravillas de amor y de misericordia de mi Corazón Inmaculado. Y lo terminas justamente en esta ciudad, particularmente amada por vuestra Madre Celestial. -En esta ciudad se inició la obra de la evangelización, por medio de San Francisco Javier, el gran apóstol y misionero, que abrió el camino al primer anuncio del Evangelio en este lejano continente. -En esta ciudad fueron conducidos al martirio veintiséis hijos míos, heroicos testimonios, de Cristo, al cual ofrecieron su vida sobre el altar de mi Corazón Inmaculado. Has estado también celebrando la Santa Misa en el Santuario edificado sobre el lugar de la terrible ejecución. -En esta ciudad vivió mi hijo San Maximiliano Kolbe y aquí construyó la ciudad de la Inmaculada, que todavía hoy lleva mi luminosa presencia a muchos hijos míos japoneses que tanto me aman y me honran. -En esta ciudad asimismo explotó la bomba atómica, causando decenas de millares de muertos en pocos instantes, castigo y signo terrible de lo que el hombre puede hacer, cuando alejándose de Dios, se hace incapaz de amar y de tener piedad y misericordia. Así podría llegar a ocurrir en todo el mundo, si no se acoge mi invitación a la conversión y al retomo al Señor. Desde este lugar Yo renuevo mi llamada angustiada a todas las naciones de la tierra. -En esta ciudad Yo manifiesto mi obra materna de salvación y de misericordia. Invito otra vez a todos mis hijos a recorrer el camino que, en estos años os he trazado con los mensajes que he dado al corazón de este pequeño hijo mío. Por esto te he querido otra vez aquí, para que pueda ofrecer a esta ciudad y a todo Japón el seguro refugio de mi Corazón Inmaculado. Entrad todos en este refugio. Así todos seréis defendidos y protegidos por Mí, cuando llegará a vosotros el día grande y terrible del Señor».