Mensaje del 10 de junio de 1987 en Ottawa (Canadá)
Este año mariano.
«Caminad con confianza. Secundad mi designio. Este año mañano que bajo interior inspiración mía, mi Papa ha convocado para toda la Iglesia, es un extraordinario acontecimiento de gracia y de misericordia. Durante este año llamo a todos los hijos de la Iglesia a recogerse Conmigo en Cenáculos de incesante oración. Sobre todo, deseo que se recite con frecuencia el Santo Rosario, especialmente por los pequeños, los enfermos, los pobres y los pecadores. Envolved al mundo con la cadena del Rosario para obtener sobre todos gracia y misericordia. Multiplicad vuestros Cenáculos de oración. Durante este año Yo solicito que todos respondáis a mi petición de consagrarse a mi Corazón Inmaculado. La actuación práctica de esta petición mía la encontráis en mi Movimiento Sacerdotal Mariano, que Yo misma estoy llevando a cabo y difundiendo en todas las partes del mundo, para llamar a todos a la consagración querida y pedida por Mí. Es mi materno y vivo deseo que, durante el año mariano, la Obra de mi Movimiento Sacerdotal Mariano sea oficialmente acogida con gozo y reconocimiento por la Iglesia. Tiene, además, una particular importancia para el desarrollo de los grandes acontecimientos, que han sido predichos por Mí, si, durante este año, se ve finalmente satisfecha mi petición, hecha a mi hija Sor Lucía de Fátima, de consagrarme Rusia, por el Papa con todos los Obispos del mundo. Durante este año llamo a recogerse en mis numerosos Santuarios, esparcidos en todas las partes del mundo, a todos mis hijos para una universal invocación de mi auxilio materno. Sea ésta acompañada también de obras personales y comunitarias de penitencia y reparación por los graves pecados individuales y sociales, que cada vez se cometen más. Si así lo hacéis, os prometo que en este año mariano, Yo misma intervendré para llevar a cabo parte de cuanto os he predicho y que, por ahora, está aún custodiado en el secreto y el silencio. En este año mañano manifestaré a la Iglesia y al mundo mi gran poder. Mi Luz se hará más fuerte y los grandes acontecimientos comenzarán a cumplirse. Por esto invito a todos a no dejar transcurrir inútilmente una tan extraordinaria ocasión de gracia que, con este año mañano, la Misericordia del Señor ha concedido todavía a la Iglesia y a toda la humanidad.»