• Saltar a la navegación principal
  • Saltar al contenido principal
Sercatolico

Sercatolico

MENUMENU
  • Actualidad
  • Devocionario
    • Sagrada Eucaristía
    • Devoción a la Santísima Trinidad
    • Devoción a Dios Padre
    • Devoción a Nuestro Señor Jesucristo
    • Devoción al Espíritu Santo
    • Devoción a la Virgen María
    • Devoción a San José
    • Devociones varias
    • Devociones para estos tiempos de tribulación
  • Nuestra Fe
    • Biblia
      • Vaticana
    • Vida de Jesús
    • Catecismo católico 1997
    • Código de derecho canónico
    • Lecturas varias
Portada » Salmo 38

Salmo 38

29 de octubre de 2013 by tobiaswolf

SALMO 38

 

1 Salmo de David. En memoria.

 

2 Señor, no me reprendas por tu enojo

 

ni me castigues por tu indignación.

 

3 Porque me han traspasado tus flechas

 

y tu brazo se descargó sobre mí:

 

4 no hay parte sana en mi carne,

 

a causa de tu furor.

 

No hay nada intacto en mis huesos,

 

a causa de mis pecados;

 

5 me siento ahogado por mis culpas:

 

son como un peso que supera mis fuerzas.

 

6 Mis heridas hieden y supuran,

 

a causa de mi insensatez;

 

7 estoy agobiado, decaído hasta el extremo,

 

y ando triste todo el día.

 

8 Siento un ardor en mis entrañas,

 

y no hay parte sana en mi carne;

 

9 estoy agotado, deshecho totalmente,

 

y rujo con más fuerza que un león.

 

10 Tú, Señor, conoces todos mis deseos,

 

y no se te ocultan mis gemidos:

 

11 mi corazón palpita, se me acaban las fuerzas

 

y me falta hasta la luz de mis ojos.

 

12 Mis amigos y vecinos se apartan de mis llagas,

 

mis parientes se mantienen a distancia;

 

13 los que atentan contra mí me tienden lazos,

 

y los que buscan mi ruina me amenazan de muerte;

 

todo el día proyectan engaños.

 

14 Pero yo, como un sordo, no escucho;

 

como un mudo, no abro la boca:

 

15 me parezco a uno que no oye

 

y no tiene nada que replicar.

 

16 Yo espero en ti, Señor:

 

tú me responderás, Señor, Dios mío.

 

17 Sólo te pido que no se rían de mí,

 

ni se aprovechen cuando tropiecen mis pies.

 

18 Porque estoy a punto de caer

 

y el dolor no se aparta de mí:

 

19 sí, yo confieso mi culpa

 

y estoy lleno de pesar por mi pecado.

 

20 Mi enemigos mortales son fuertes;

 

y son muchos los que me odian sin motivo,

 

21 los que me retribuyen con maldades

 

y me atacan porque busco el bien.

 

22 Pero tú, Señor, no me abandones,

 

Dios mío, no te quedes lejos de mí;

 

23 ¡apresúrate a venir en mi ayuda,

 

mi Señor, mi salvador!

Publicado en: Salmos

© Copyright - Ser Catolico a - Información Legal - Política de Privacidad - Mapa Web

Usamos cookies para asegurar que te damos la mejor experiencia en nuestra web. Si continúas usando este sitio, asumiremos que estás de acuerdo con ello.Aceptar