Señor, ha pasado un año, con su cortejo de actividades, de trabajos, de idas y venidas. Te lo ofrecemos tal como lo hemos vivido y como Tú lo has visto. Míralo con amor y archívalo en los pliegues de tu misericordia.
Te damos gracias, Señor, por los beneficios que hemos recibido a lo largo de este año. Gracias por las noches tranquilas y por las horas inquietas. Gracias por la salud y la enfermedad. Gracias por la sonrisa amable y por la mano amiga…
Queremos confiarte ahora nuestros deseos de gozo y de paz para el año nuevo que va a comenzar. Señor, bendícenos y concédenos caminar por sendas de paz y de justicia.
También queremos pedirte, Señor, por todos los que han muerto y han ido a tu encuentro en este año que termina, por los que se sienten solos y vacíos en medio del ruido y de las luces de esta Nochevieja, por los enfermos y moribundos, y por todos los que sufren en su cuerpo o en su espíritu…
Haz que todos seamos iluminados con tu Verdad y fortalecidos con tu Vida, y que sepamos descubrir, en lo efímero del tiempo, la esperanza gozosa de tu Eternidad. Amén.
Vos sois, Señor, dueño del tiempo y de la eternidad… Sois dueño de mi vida… Me la habéis conservado durante un año más para que os sirviese, me santificase, mereciese el cielo… ¿Cómo lo he empleado? ¿Qué uso hice del tiempo? ¿Cuál ha sido el empleo de vuestras gracias?… ¡Cuanta infidelidad, cuanta ingratitud, cuanto pecado he cometido contra Vos durante este año!… ¡Que locamente me olvidé de lo que verdaderamente me importa, y cuantos días y horas dedicados a bagatelas, intereses terrenos, vanidades, pecados!… Y sin embargo, lo único que me importa es lo único que he olvidado. Medítalo bien, alma mía.